
La SOLIDARIDAD es un acto que ennoblece a quien lo practica. Empatizar con causas ajenas para ayudar a los demás son actitudes cada vez más numerosas y frecuentes. Donar sangre, aportaciones económicas o la donación de órganos son ejemplos habituales de solidaridad. Sin embargo generalmente ser solidario no significa para nosotros un esfuerzo o sacrificio mayor, no afecta a nuestra calidad de vida más allá del gesto de que se trate: nuestra economía no se resiente excesivamente con la aportación económica que hacemos, la sangre se regenera en apenas 24 horas y nuestros órganos se nos antojan inservibles una vez fallecidos.
Un salto cualitativo en lo solidario nos situaría en un ámbito distinto, mucho más complejo e inasumible. Me refiero al DESPRENDIMIENTO y la ENTREGA, que son sin duda el último eslabón solidario, aquel que si implica una pérdida evidente de nuestra calidad de vida, y en el que en ocasiones, como en la lucha contra el ébola, se pone en riesgo incluso la propia vida.
Por todo ello me gustaría resaltar y compartir el ejemplo de unos jóvenes adolescentes que recientemente han sacrificado unos días de sus vacaciones veraniegas para participar como voluntarios en BASIDA, un proyecto solidario y absolutamente altruista que desde 1989, integrado y coordinado por gente de distintos perfiles, entrega su tiempo para la acogida y atención de personas sin recursos de variadas problemáticas y distintos grados de dependencia. Durante toda una semana estos jóvenes han podido conocer de primera mano las historias de vida de toda esta gente, y han trabajado en labores domésticas y de mantenimiento del centro, con el único ánimo y objetivo de contribuir a mejorar la calidad de vida de estas personas.
Y como colofón de su experiencia dedicaron a los residentes esta carta que resume su paso por el centro de acogida.
GRACIAS a todos y cada uno por hacer nuestro mundo un poco mejor.
¿Y por qué?, os preguntareis. ¿Por qué un grupo de adolescentes que podría disfrutar del verano con sus amigos, irse de fiesta, al cine y cualquier otra cosa decide pasar una semana con vosotros?
Muy fácil, una experiencia. Siete días con vosotros conociendo vuestras vidas, conocer y unirse a una gran familia. Personas con las que hablar de sus vidas: llegar, sentarte, que te hablen y escuchar sin tapujos, que te abran el corazón de par en par, personas que abren la boca y “se les ve el alma”.
Queremos daros las gracias por aceptarnos entre vosotros. Hemos llorado, y también reído hasta no poder más, pero sobre todo nos habéis ayudado a crecer como personas, darnos a entender el verdadero significado de familia, de querer a alguien por como es y no por lo que tiene.
Una semana en la que hemos sabido que la vida es dura, y que se sufre demasiado, pero también hemos escuchado “no le llores más a la vida”. Y con esto nos quedamos, con vuestra historia de vida, de antes; y con la historia de vida, de ahora, que muestra la cara amable: la ilusión de celebrar un día más.
Por todo esto echaremos de menos vuestros consejos, y sobre todo los “¡buenos días familia!” de Rafa en el desayuno.
Gracias familia de Basida. Siempre os recordaremos, y nos recordaréis, porque somos un grupo de adolescentes boomerang: ¡Volveremos!
Jóvenes voluntarios